Yo soy una maestra de música y transmito pasión por lo que hago, siento fluir la música en mi corazón, en mi cuerpo y en mi alma. Mi optimismo y alegría de vivir flotan a mi alrededor como si se tratara de una nube. Mis clases son amenas, a ellas asisten alumnos con ganas de aprender, de reír y de sentir la música. Soy joven, pero creo que este hecho hace que me sienta más cercana a mis también jovencísimos alumnos. Con ellos voy a conciertos, y con alguno incluso hemos salido en fin de semana.

Disfruto enormemente viendo el progreso de mis discípulos, me sorprenden algunos con una gran capacidad auditiva y otros con dedos que parecen volar sobre el teclado, me emociono viendo como la música surge de sus corazones. Siento que la madera de mi viejo piano gime de gozo al notar la vibración que los martillos imprimen en las cuerdas….la sala parece desnuda cuando todos se van…mañana será otro día lleno de sonido.